lunes, 9 de septiembre de 2013

Reflexión veraniega

Muy buenas tardes.
No sé si me recordarán, puesto que mi última intervención en este fabuloso/increíble/alucinante/magnífico blog data de tiempos inmemoriales. Bueno, espero que con este inicio hayan sido capaces de evocar aquel maravilloso 17 de julio que decidí, por fin, presentar una pequeña parte de mí a todos ustedes. Aquel día, tuve muy claro que debía, o mejor dicho, que tenía el deber de mostrarles mi cualidad más característica hasta el día de hoy: el don del habla. Pues bien, como sé que se quedaron con ganas de conocer un poquito (o una miaja) más de mí, aquí estoy para satisfacer sus necesidades.
Si les digo la verdad, aún no sé de qué les voy a hablar hoy. Por un momento, he pensado en mostrarles una de mis cualidades más destacadas (aparte de mi ya conocido don del habla) pero luego he reflexionado esta idea y... no considero que sea factible. Se estarán preguntando: "¿Qué? ¿Pero qué está diciendo?" Tranquilos, que lo explico. Tras devanarme los sesos buscando alguna "cualidad" que les muestre cómo soy, he llegado a la conclusión de que no sé diferenciar las cualidades de los defectos. Quizás sigan sin comprenderme y estén pensando: "Madre del amor hermoso... esta zagala no riega..." Bueno... puede que tengan razón, no les voy a negar eso. 



Sin embargo, quiero continuar explicándoles mis reflexiones. En el instante en que comencé a escribir esta entrada, pensé: "¿Seguro que el don del habla es una cualidad...? ¿Y si es un defecto...?" Fue entonces cuando mi mente, acostumbrada ya a unas vacaciones demasiado largas en las que su única obligación es recordar las necesidades primarias de toda mujer, empezó a inquietarse... ¿Y si en lo que yo veo cualidades, los demás solo ven defectos? ¿Y si lo que yo considero defecto, los demás aprecian cualidad?
Como estas preguntas existenciales no parecen encontrar una respuesta, he decidido indagar en mi don del habla. Quizás, si me pongo en la piel de las personas que han disfrutado o sufrido con mis constantes monólogos, pueda llegar a la conclusión de si se trata de una cualidad o un defecto. No obstante, no creo que sea una buena idea... ya que al no haber estudiado "legeremancia" como mi buen amigo Harry Potter, me será imposible saber que piensan de mi don cuando estoy en pleno uso de éste.
Conozco a personas que en ocasiones han decidido por voluntad propia permanecer despiertas toda una noche manteniendo un diálogo conmigo e incluso sé de alguien que ha confesado haberse enamorado de este don. También conozco a personas que se quejan de éste, pero que ni ellas mismas sabrían qué hacer si algún día desapareciera. Y finalmente, sé de personas que disfrutan cuando escuchan mi silencio.
Por lo tanto, he llegado a la conclusión de que jamás sabré cuáles son mis cualidades y cuáles mis defectos. Pero también he comprendido que mientras haya una sola persona que disfrute e incluso llegue a enamorarse gracias a este don, lo seguiré utilizando.


Tamaru

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