Muy buenas tardes.
No sé si me recordarán, puesto
que mi última intervención en este fabuloso/increíble/alucinante/magnífico blog
data de tiempos inmemoriales. Bueno, espero que con este inicio hayan sido
capaces de evocar aquel maravilloso 17 de julio que decidí, por fin,
presentar una pequeña parte de mí a todos ustedes. Aquel día, tuve muy claro
que debía, o mejor dicho, que tenía el deber de mostrarles mi cualidad más
característica hasta el día de hoy: el don del habla. Pues bien, como sé que se
quedaron con ganas de conocer un poquito (o una miaja) más de mí, aquí estoy
para satisfacer sus necesidades.
Si les digo la verdad, aún no sé
de qué les voy a hablar hoy. Por un momento, he pensado en mostrarles una de
mis cualidades más destacadas (aparte de mi ya conocido don del habla) pero
luego he reflexionado esta idea y... no considero que sea factible. Se estarán
preguntando: "¿Qué? ¿Pero qué está diciendo?" Tranquilos, que lo
explico. Tras devanarme los sesos buscando alguna "cualidad" que les
muestre cómo soy, he llegado a la conclusión de que no sé diferenciar las
cualidades de los defectos. Quizás sigan sin comprenderme y estén pensando:
"Madre del amor hermoso... esta zagala no riega..." Bueno... puede
que tengan razón, no les voy a negar eso.
Sin embargo, quiero continuar
explicándoles mis reflexiones. En el instante en que comencé a escribir esta
entrada, pensé: "¿Seguro que el don del habla es una cualidad...? ¿Y si es
un defecto...?" Fue entonces cuando mi mente, acostumbrada ya a unas vacaciones
demasiado largas en las que su única obligación es recordar las necesidades
primarias de toda mujer, empezó a inquietarse... ¿Y si en lo que yo veo cualidades,
los demás solo ven defectos? ¿Y si lo que yo considero defecto, los demás aprecian
cualidad?
Como estas preguntas
existenciales no parecen encontrar una respuesta, he decidido indagar en mi don
del habla. Quizás, si me pongo en la piel de las personas que han disfrutado o
sufrido con mis constantes monólogos, pueda llegar a la conclusión de si se
trata de una cualidad o un defecto. No obstante, no creo que sea una buena
idea... ya que al no haber estudiado "legeremancia" como mi buen
amigo Harry Potter, me será imposible saber que piensan de mi don cuando estoy
en pleno uso de éste.
Conozco a personas que en ocasiones
han decidido por voluntad propia permanecer despiertas toda una noche
manteniendo un diálogo conmigo e incluso sé de alguien que ha confesado haberse
enamorado de este don. También conozco a personas que se quejan de éste, pero
que ni ellas mismas sabrían qué hacer si algún día desapareciera. Y finalmente,
sé de personas que disfrutan cuando escuchan mi silencio.
Por lo tanto, he llegado a la
conclusión de que jamás sabré cuáles son mis cualidades y cuáles mis defectos.
Pero también he comprendido que mientras haya una sola persona que disfrute e
incluso llegue a enamorarse gracias a este don, lo seguiré utilizando.